Introducción

La presente edición digital del Códice Mendoza es el primer esfuerzo que se hace en el mundo por crear un recurso digital que permita el estudio a fondo de un códice mexicano. El Instituto Nacional de Antropología e Historia muestra a través de este trabajo la pertinencia de este tipo de ediciones, y la necesidad de encontrar nuevas formas de representación para sistemas tan complejos de conocimientos. Así mismo, el esfuerzo se inscribe en la vocación permanente del INAH por estudiar, preservar y difundir el patrimonio cultural de los mexicanos.

A continuación se describen los antecedentes, la justificación y las características técnicas de esta edición digital.

Los códices mexicanos

Los códices mexicanos son documentos pictóricos e icónicos que la culturas prehispánicas (mexicas, mayas y mixtecos, principalmente) utilizaban para preservar y transmitir su conocimiento. Fueron creados sobre diferentes tipos de superficies, principalmente en piel de venado o en papel amate. Gordon Brotherston (1992), enumera las características esenciales de los códices como no fonéticos, aunque algunos pueden registrar sonidos-concepto por ejemplo los elaborados por los mayas; altamente flexibles en términos de presentación, ya que puede estructurarse como una crónica narrada de hechos históricos, un mapa o una tabla tributaria. Esta integración holística de letra, imágenes y aritmética, sin duda rompe la concepción occidental que tenemos sobre la escritura.

Como lo menciona Brotherston, una de las características principales de los códices es que el conocimiento dentro de la mayoría de ellos no está escrito en un lenguaje que represente una lengua, como es el caso de las lenguas modernas. Los códices son parte de un sistema de comunicación diferente que se apoyaba también en la oralidad, y otros elementos semánticos que no utilizamos hoy día. Están constituidos por imágenes e iconos que trabajan en conjunto con la memoria, la voz y el saber de aquellos capaces de leerlos: “las historias pictóricas están más cerca de ser guiones, y la relación con los lectores se parece más a la de un ‘libreto’ de una obra teatral con los actores que la interpretan. Los códices aztecas eran leídos en voz alta a una audiencia, eran representados y sus imágenes eran exaltadas y embellecidas en la ejecución oral de la historia completa. Las historias pictóricas eran pintadas específicamente para ser el texto base de una acto performático.” (Hill, 1994: 71).

En este sentido, los codices pueden entenderse como elementos de un acto performático mucho más complejo que el acto íntimo e individual de lectura que practicamos en nuestros días. Este tipo de representación y transmisión del conocimiento entre las culturas prehispánicas ha sido definido por Elizabeth Hill Boone como sistemas semasiográficos, que representan ideas independientes de la lengua. Las imágenes contenidas en el códice funcionan en sí como el texto, y la relación entre estos elementos pictóricos contiene el significado. (Hill, 1994: 20)

El Códice Mendoza

La creación del Códice Mendoza fue ordenada por el virrey Antonio de Mendoza para obtener un panorama económico, político y social de la tierra recién conquistada. Fue creado en 1542, y desde 1659 se encuentra alojado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en Reino Unido. Frances Berdan, autora del que probablemente sea el estudio más completo sobre el Códice Mendoza nos dice: “El más completo de los códices mesoamericanos conocidos combina la historia de las conquistas imperiales, las cuentas de los tributos de las provincias y una crónica etnográfica de la vida cotidiana.” (Berdan & Rieff, 1997: xi). En este sentido es un documento esencial para el entendimiento de la historia prehispánica de México.

El Códice Mendoza también se considera una de las fuentes primarias para comprender cómo se representaba el conocimiento en los códices mesoamericanos antes de la conquista. Las glosas en español para cada una de las páginas anotadas, son una fuente invaluable para entender cómo funcionaban estos objetos culturales. La yuxtaposición entre iconografía y glosa en español, no es la única oposición entre dos sistemas de pensamiento: el códice fue pintado por escribas mexicanos sobre papel español, en vez de papel amate o alguna piel de venado. Además, fue encuadernado como los libros españoles (Berdan & Rieff, 1997: xii).

La edición digital

Las diferentes características del Códice Mendoza lo hacen un caso de estudio singular. En primer lugar, porque presenta de manera formal y de contenido, una constante ambivalencia entre la cultura europea y mesoamericana, lengua española y náhuatl, entre sistemas semasiográficos y fonéticos, texto e imágenes. Este diálogo entre diferentes registros y formas de almacenar el conocimiento adquiere un nivel más complejo, cuando nos planteamos traducirlo a un recurso digital. A diferencia de un texto plano, por ejemplo un manuscrito colonial, trasladar el códice a un medio digital implica esfuerzos totalmente distintos.

Miguel León-Portilla (2003) ha dicho que todos los intentos por traducir los códices a palabras o texto escrito han sido insuficientes por ser aquellos un sistema de representación de conocimiento tan complejo. León-Portilla se pregunta: ¿qué pudo haber sobrevivido si traducimos a palabras sistemas tan complejos de representación? Llevando este pregunta un poco más allá, ¿podemos utilizar herramientas digitales para enriquecer semánticamente la representación de estos artefactos?

Como bien señala Miguel León-Portilla llevar un códice a otro formato resulta una tarea compleja por todo lo que se pierde al trasladarlos de su contexto y contenedor original al papel. Aún así, el mismo León Portilla estableció una analogía muy pertinente entre los códices y los CD-ROM’s en su libro Códices: los antiguos libros del nuevo mundo. Allí nos dice que los códices al igual que estos dispositivos contienen varias o diversas formas de lectura, combinadas con imágenes y sonidos. Además, al igual que los códices, los CD-ROM tienen o tenían un afán totalizador de incluir diversas facetas del conocimiento. (León-Portilla, 2003: 67, 117, 122). Esta analogía nos obliga a pensar que un medio digital (el equivalente tecnológico de un CD-ROM en nuestros días sería una aplicación digital para web o móviles) podría ser el medio idóneo para representar un códice.

Por otro lado uno de los teóricos más importantes de las humanidades digitales, Willard McCarty, refiere la complejidad y la pérdida de significado que sufre una obra una obra literaria o artística al ser traducida a un medio digital: “La inevitable y radical pérdida de sentido en la traducción que se le impone a cualquier objeto real, en especialmente severa si se trata de obras artísticas o literarias.” (McCarty, 2008: 254)

En los dos casos las traducciones tal y como lo señalan estos especialistas conllevará una pérdida. Sin embargo a diferencia de lo que señala León Portilla, la traducción del códice no se hace a papel sino a un medio dinámico y multimedia; a diferencia de lo que señala McCarty, la traducción al medio digital no es de un documento estático como un fragmento de prosa, sino un objeto tan complejo como un códice prehispánico.

Esto nos ayuda a entender la necesidad y las ventajas de pensar en una edición digital para los códices mexicanos. Por supuesto que con esto no se pretende menospreciar las ediciones facsimilares o impresas que se han hecho, donde se incluyen estudios críticos que han ayudado enormemente a la comprensión de los códices. Lo que se quiere hacer notar es que es probable que los medios digitales de los que podemos echar mano hoy día, nos permitan representar y estudiar de mejor manera a los códices.

Otro aspecto que vale la pena señalar sobre la creación de ediciones digitales, que fácilmente puede ser extendido a nuestra ediciçon, es que el proceso que implica el desarrollo de un recurso de este tipo, hace que el investigador, editor o el equipo cobren una consciencia más amplía o al menos diferente sobre el documento que será trasladado a la edición digital. Una visión muy diferente a la que implicaría la creación de una edición impresa. En palabras de Jerome McGann: “las herramientas electrónicas en estudios literarios no sólo ofrecen un nuevo punto de vista sobre los materiales, también elevan el nivel general de atención a un orden más complejo.”(McGann, 1997: 3).

Una de las ventajas que ofrece la presente edición es que las características materiales pueden ser estudiadas con mayor detalle haciendo uso de una herramienta de zoom. Otra funcionalidad nos permite vincular el contenido del códice con elementos multimedia alojados remotamente, y que permitirán ampliar la comprensión del contenido.

De igual forma la navegación y comprensión de códice a través de mapas y representaciones geográficas, es una aportación novedosa, ya que permite comprender el contenido del códice en una dimensión espacial.

Una más de las razones por las que la edición digital del Códice Mendoza resulta relevante, es porque permite una mayor accesibilidad. Como se dijo con anterioridad, el Códice Mendoza está alojado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, desde 1659. La edición y estudio más completo sobre él fue publicado por la Universidad de California en 1992. Las autoras, Frances Berdan y Patricia Rieff Anawalt lograron una amplísima edición facsimilar con traducciones y estudios. En 1997, publicaron una edición sintética y más manejable titulada Essential Codex Mendoza. El libro actualmente está agotado y sólo está disponible en inglés lo que hace que muchos estudiantes hispanoparlantes no puedan acceder al contenido. Tomando esto en consideración, la edición digital del Códice Mendoza está orientada a diferentes usuarios, con intereses generales y especializados. Además la edición será bilingüe, inglés-español, para permitir un acceso más amplio. El público especializado abarca desde historiadores, paleógrafos, estudiantes de literatura mexicana o latinoamericana, humanidades, sociología y antropología. Así, la versión web permite un acceso más profundo, mientras que la versión para iOS está enfocada a un público más general.

Objetivos

A corto plazo:

- Permitir el acceso al Códice Mendoza a quien desee acercarse a conocer y estudiar una fuente fundamental del pasado mexicano.

- Crear una edición amplia del documento permitiendo a interesados de todo el mundo estudiar el códice, y ampliar la investigación en torno a él.

- Crear diferentes niveles de comprensión sobre el texto: materialidad, contenido y contexto.

A largo plazo:

- Crear un recurso de investigación dentro del recurso digital, donde los usuarios puedan agregar, extraer y compartir información.

- Aplicar el conocimiento generado para crear ediciones digitales de otros códices.

- Motivar a instituciones a compartir dentro del recurso información pertinente para la comprensión del códice.

- Crear un antecedente para una política de repatriación virtual de documentos importantes para la nación mexicana.

Diseño

El diseño de la edición fue creado tomando en cuenta las siguientes consideraciones:

Multimedia : Como se dijo con anterioridad los códices mexicanos funcionan en varios niveles semánticos que coinciden en el códice. Pueden ser entendidos como dispositivos multimedia, similares a lo que una edición digital puede ofrecer. En este sentido, el diseño y la estructura del sitio fueron pensados para ser coherente con estas características, permitiendo al usuario relacionar diversos tipos de medios a los códices. En otras palabras, texto (monografías, estudios, artículos y bibliografía), imágenes y videos pueden ser incorporados a la edición digital del códice para ampliar su contenido.

Icónica : Elizabeth Hill Boone (1994) señala que el lenguaje en los códices puede ser entendido como un lenguaje icónico. En este sentido el diseño y la navegación dentro de la edición digital se pensaron para ser lo más icónica posible. La decisión de utilizar un lenguaje icónico para navegar dentro de la aplicación responde a una síntesis de la información y a una suerte de guiño hacia el documento representado. Es necesario aclarar que este guiño no implica una descontextualización de símbolos precolombinos para usarlos en la navegación.

Simplicidad : Sin importar que estemos hablando de artefactos culturales complejos el diseño y la navegación están concebidos para ser lo más simple posible y accesible al público.

Desarrollo tecnológico

Las imágenes del códice fueron proporcionadas por la Biblioteca Bodleiana de Oxford, en alta resolución (600 dpi).

Las transcripciones y comentarios de la edición creada por Berdan y Rieff se incorporaron para aportar la interpretación del códice. Además la curaduría de Baltazar Brito y de Gerardo Gutiérrez aportó nuevos materiales, interpretaciones y perspectivas que amplían y actualizan la comprensión del códice. Lo mismo se puede decir de la curaduría digital a cargo Peter Stokes, especialista en manuscritos digitales del King’s College de Londres, quien ofreció asesorías para optimizar la funcionalidad y navegación de la edición.

Conclusiones

El Códice Mendoza Digital demuestra la pertinencia de utilizar herramientas tecnológicas para crear una representación más transparente de los códices mexicanos.

La importancia de este trabajo no sólo radica en ser el primer esfuerzo de este tipo en el mundo, también ayuda a enfatizar el compromiso del INAH por encontrar nuevas formas de pensar, estudiar y difundir el patrimonio cultural de México.


Bibliografía

Berdan, F. F. & Rieff Anawalt, P. (1997) Essential Codex Mendoza. USA: University of California Press.

Boone Hill, E. & Mignolo, W. (eds.) (1994) Writing Without Words: Alternative Literacies Mesoamerica & the Andes. USA: Duke University Press.

Brotherston, G. (1992) Book of the Fourth World. USA: Cambridge University Press.

León-Portilla, M. (2003) Códices: los antiguos libros del nuevo mundo. México: Aguilar

McCarty, W. (2008). "What's going on?". Literary and Linguistic Computing. 23(3). pp. 253-261

McGann, J. (1997). “The Rationale of Hypertext”. In: Sutherland, K. (ed). Electronic Text: Investigations in Method and Theory. Oxford: Clarendon Press.